Bajo el cielo cargado de nubes grises, líderes de la nación Waorani se unieron con los vigilantes de Tiwino y Bataboro el lunes 29 de abril del 2024, para visitar el lugar donde yacía destrozado el helicóptero que se dirigía hacia Tiwino y que perdieron la vida Diego Ima, Katya Aragón y Eryk Reyes, funcionarios comprometidos en llevar ayuda humanitaria a comunidades devastadas por las inundaciones.
El desolador panorama reveló la cruda realidad: los cuerpos de estos valientes Pastacences yacían perdidos entre los escombros, desafiando los intentos desesperados por hallarlos. Con el corazón destrozado, sus seres queridos no escatimaron esfuerzos; y el padre de Erik se aventuró hasta el lugar de la tragedia.
En medio del dolor, Silvana Nihua, presidenta de la Organización OWAP, junto a Luis Enquery y Gilberto Nenquimo, se unieron a la búsqueda entre los restos retorcidos. Su incansable labor, entre escombros y lágrimas, fue un rayo de esperanza en la oscuridad de la tragedia. Pronto, más manos se sumaron a la tarea. Entre los escombros, encontraron fragmentos humanos, testigos mudos de la tragedia que asoló la región.
Los fragmentos hallados fueron entregados a las autoridades pertinentes para su análisis, mientras que aquellos que se quedaron atrás hallaron un consuelo en la paz y en la satisfacción de haber cumplido con su deber: devolver a los familiares lo que quedaba de aquellos que perecieron cumpliendo con su noble labor humanitaria.
Esta es la crónica que emerge desde las profundidades de su territorio, una historia marcada por el sacrificio y el dolor, pero también por la solidaridad y el compromiso con el prójimo.