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VACUNACIÓN: Entre dudas, falacias y sesgos

VACUNACIÓN: Entre dudas, falacias y sesgos 

Por: Lic. Gustavo Tuston

No hay una verdad absoluta, por lo que la realidad depende del ojo del observador, que está defendiendo su postura basada en la información recibida, creencias previas y percepciones actuales.

Cuando era principiante en la rama del periodismo, siempre escuché que hay que buscar la verdad. Pero en la práctica. ¿Qué es la verdad? ¿Quién la conoce? ¿Es posible llegar a la verdad? ¿Alguien la tiene, o talvez la posee? Estás preguntas rondaron mi cabeza por años.

Resolver esas dudas me llevaron a años de búsqueda, siendo la filosofía, la lectura de reflexiones y libros escritos por periodistas connotados, los que me fueron de a poco dando las respuestas.

Así he llegado a la conclusión de que existen dos tipos de verdad: Las verdades de hecho y las de razonamiento. Las verdades de hecho son aquellas que son objeto de estudio de las ciencias exactas. Por ejemplo: 2 más 2 son 4. Es indiscutible y no tiene lugar a la duda o a la interpretación. Cosa que no ocurre con las verdades de razonamiento donde todo depende de los ojos del observador y de la mente del perceptor que será siempre, subjetivo en sus apreciaciones que lo hará con base en sus conocimientos, experiencias y creencias personales previas. Las verdades de razonamiento incluso, pueden ser construidas de ahí surge el bien estudiado fenómeno de la posverdad.

La presencia de la pandemia y la debatible información que se ha dado a conocer, por ser una enfermedad nueva, aún en estudio, así como la controversia desatada en torno a las vacunas para tratar de frenar al virus, ha sido el mejor caldo de cultivo para que se produzcan todo tipo de criterios, opiniones y hasta sinrazones, dejando entrever que somos víctimas de heurísticos, falacias y sesgos cognitivos.

Hemos visto en las redes sociales personas posteando falacias (fallas de razonamiento) para defender determinadas posturas con las que se sienten identificados y de esta manera tratar de sustentar sus decisiones, cayendo en sesgos cognitivos, uno de los más recurrentes, el sesgo de confirmación (tendencia a buscar la información que confirma las propias creencias, sin considerar otras alternativas), con los que se cierran y defienden a toda costa.

 

Están presentes dos corrientes marcadas de pensamiento, quienes desean vacunarse y quienes no desean vacunarse. Los que no desean vacunarse, no son todos anti vacunas como se les ha tildado inmediatamente. Entre este grupo también hay negacionistas y escépticos.

 

Me ha llamado tristemente la atención observar como a una persona escéptica a la efectividad de la vacuna se la mira con desidia y hasta la señalan “culpable” de los problemas por los que estamos atravesando, sin siquiera detenerse a escuchar su punto de vista, cayendo así en una falacia de generalización apresurada. Es vista como si fuera irracional y retrógrada, cuando muchos simplemente tienen un pensamiento crítico y están acostumbrados a esperar, analizar y constatar, antes de actuar.

La ciencia en este caso, ha ido avanzando con cautela y aún no hay certezas irrefutables. Si bien hay estudios y evidencia científica, debemos recordar que la base de la ciencia es la duda y que en su descubrimiento es necesario un proceso de ensayo – error, pruebas exhaustivas, pausas, evaluaciones, comparaciones. 

Mi reflexión es que hace falta más investigación que descarte el temor de los escépticos, ya que cuando hay un conocimiento comprobado y sólido, la creencia se anula, porque aquel que conoce, no necesita creer. Pero como no hay una seguridad absoluta e irrefutable en este caso, por el contrario, ha habido muchas hipótesis a favor y en contra; aparte de que la pandemia aún no está del todo controlada pese a los esfuerzos, entonces, de ahí nace la incertidumbre y la irracionalidad del que muchos hemos sido víctimas.

Mi hipótesis es que no hay que obligar a nadie a hacer algo que no desee, cualquiera que sea su motivación o desmotivación, cada quien tiene derecho a elegir lo que se introduce o no en el cuerpo, lo contrario, sería una aniquilación de la libertad individual. También podría darse una falsa sensación de inmunidad, ya que un vacunado relajado puede ser más peligroso que un no vacunado cuidadoso.

Finalmente les dejo una reflexión: Si nuestras creencias fueran verdad, no tendrían por qué verse afectadas si las sometemos a la duda, sobreviviría a cualquier prueba…

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