No he visto durante toda mi vida a un pueblo originario con un espíritu tan reivindicativo como el del Río de Maíz. Cuando pensamos que los pueblos indígenas en la Amazonía estaban a un paso de olvidar las injusticias centenarias de españoles, caucheros, comerciantes, madereros, petroleros, mineros, cuando pensábamos que iban aceptar sumisamente la visión del desarrollo occidental, cuando empezábamos a perder la fe, un pueblo pequeño de la selva pero gigante nos muestra el camino de la dignidad.
Este punto en medio de la selva del Bobonaza empieza a brillar como la luz del medio día levantando la bandera multicolor y elevando el espíritu indomable de los héroes indígenas: Rumiñahui, Túpac Amaru, Daquilema, Jumandy, Manuela León, Kiruba; ¿No es después de todo ya mucho tiempo de silencio, de injusticias, mentiras, corrupción, abuso del poder, atropello a la dignidad del hombre y de la mujer defensora de la Pachamama? ¿No son después de todo los pueblos más explotados, discriminados y olvidados de la patria?
Ellos los verdaderos dueños de esta vasta selva hoy no están dispuestos a ser testigos mudos de las injusticias nacionales, están dispuestos hacer escuchar y amplificar la voz de quienes disienten con el poder oficial, quién podría atreverse, a decir que buscan crear otro estado, cuando han sido los primeros en la fila para defender al Ecuador de los intereses transnacionales, este pueblo ha estado presente en las movilizaciones más importantes del país, como cuando en una larga caminata desde Puyo a Quito en el año 2006 exigieron la salida de la Base de Manta, una Asamblea Nacional Constituyente, la no firma del TLC, la caducidad del contrato con la OXY; no solamente ha permanecido luchando para su pueblo y sus intereses, este pueblo ve más allá de las fronteras de su comunidad, luchando siempre desde el contexto nacional, estos valientes hombres y mujeres son verdaderos ecuatorianos, no son politiqueros que aparecieron de última hora en el país creyéndose salvadores y mesías de una lucha que ya fue iniciada por tantas organizaciones y pueblos como el de Sarayaku, como en el caso Texaco.
No se trata de ser valientes ni de convertirse en héroes, la comunidad ha dado muestras de un acto humanitario sin precedentes, los riesgos son inminentes para el Asambleísta Cléver Jiménez, Fernando Villavicencio y Carlos Figueroa, el antecedente más cercano es el intento de secuestro del «opositor» Fernando Balda en Bogotá, los secuestradores acaban de confesar de que los autores intelectuales están dentro del oficialismo según su testimonio; esto hace pensar dos veces en las amenazas de que la vida de los tres sentenciados es una realidad.
Las contradicciones ideológicas son cada vez más abismales entre las organizaciones de izquierda y los que manejan el poder; divorciados del pueblo amazónico no logran hablar el idioma de la selva, menos aún logran aterrizar el socialismo en el país, para construir poder popular este debe hacerse con los de abajo, con los pueblos originarios, con la población más pobre del Ecuador, no puede haber socialismo con los mismo de siempre, creando nueva burguesía enriquecida a costa de contratos petroleros truchos; sin indígenas, obreros, maestros, estudiantes no hay socialismo.
Los militares ecuatorianos tienen una larga tradición de respeto al pueblo ecuatoriano, estoy convencido de que no apuntaran sus fusiles contra el pueblo del río de maíz, tengo fe en su capacidad de liderazgo y sé que antes de invadir militarmente a este noble pueblo tendrán que pensarlo más de una vez, porque de lo que estoy seguro, es que este pueblo resistirá valientemente y los culpables de otro 30S no quedaran en el olvido, esta vez, miles de ojos los están mirando.
Parecía imposible ganarle al estado ecuatoriano en un juicio en la CIDH y sin embargo David le ganó a Goliat, hoy parecería que todo está en contra del Pueblo del Río de Maíz y sin embargo mañana la historia igual que ayer les dará la razón.
Pendiente de cada movimiento, escribo desde la ciudad neblina.
Diego Escobar
Comunicador social del periódico digital Eco Amazónico