Durante el año de 1869 el biólogo suizo Johann Friedrich Miescher,
utilizo alcohol caliente y luego una pepsina enzimática, la cual separa la
membrana celular y el citoplasma de la célula, lo que se quería lograr era aislar el núcleo de la célula.
Este proceso se llevó a cabo con los núcleos de las células obtenidas del pus de vendajes quirúrgicos desechados y del esperma de salmón, sometiéndolos a estos materiales y a una fuerza centrifuga para aislar a los núcleos; y luego realizó un análisis químico a los núcleos.
De esta forma Miescher identificó a un nuevo grupo de substancias celulares a las que denomino nucleínas. Observó la presencia de fósforo; después Richard Altmann los identificó como ácidos y les dio el nombre de ácidos nucleicos.
En 1914 Robert Feulgen describió un método para revelar el ADN, basado en el colorante fucsina. En el transcurso de los años 20, el bioquímico P.A. Levene realizó un análisis a los componentes del ADN y encontró que contenía cuatro bases nitrogenadas: citosina y timina, adenina y guanina; azúcar desoxirribosa; y fosfato. También señaló que se encontraban unidas en un orden definido el cual es: fosfato-azúcar-base, formando lo que llamó nucleótido.
Levene también expuso que los nucleótidos se encontraban unidos por los fosfatos formando el ADN. James Watson y Francis Crick. Ellos descubrieron la estructura del ADN al interior de la célula: una hélice doble, que le permite replicarse y traspasar información de una generación a otra.
Este descubrimiento fue el punto de partida para el estudio del genoma.