En el versículo 3 del capítulo 33 del libro de Jeremías, Dios le dice a su pueblo: «Clama a mí, y Yo te responderé y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces». Este versículo nos invita a acercarnos a Dios con confianza y fe, sabiendo que Él siempre está dispuesto a escucharnos y respondernos.
La palabra «clamar» significa llamar a alguien con urgencia. Cuando clamamos a Dios, le estamos expresando nuestro anhelo de Él, nuestra necesidad de su presencia y su ayuda. Podemos clamar a Dios en cualquier momento, ya sea en tiempos de alegría, tristeza, dificultad o confusión.
Cuando clamamos a Dios, Él siempre nos responde. Su respuesta puede venir de diferentes maneras, a través de la oración, la Palabra de Dios, la creación o a través de otras personas. Dios también puede respondernos a través de su Espíritu Santo, quien nos guía, nos consuela y nos da sabiduría.
Las «cosas grandes y ocultas» que Dios nos enseña son aquellos misterios de la vida que no podemos entender por nosotros mismos. Son las verdades que nos ayudan a comprender mejor a Dios, a nosotros mismos y al mundo que nos rodea.
Clamar a Dios es una experiencia transformadora. Cuando nos acercamos a Él con sinceridad, Él nos llena de su amor, paz y esperanza. Nos ayuda a crecer en nuestra fe y a vivir una vida más plena y significativa.