El versículo de Levítico 19:17 nos exhorta a no alimentar odios secretos contra nuestro prójimo, sino a reprenderlo con franqueza para que no suframos las consecuencias de su pecado. Este consejo es importante para nuestra vida personal y social, ya que nos ayuda a evitar el rencor, la venganza y la violencia.
Cuando guardamos rencor contra alguien, nos estamos envenenando a nosotros mismos. El odio es una emoción destructiva que puede consumirnos por dentro, afectando nuestra salud física y mental. Además, el rencor puede llevarnos a tomar decisiones equivocadas, como la venganza o la violencia.
Por otro lado, cuando reprendemos a nuestro prójimo con franqueza, le estamos dando una oportunidad de cambiar. La corrección fraterna es un acto de amor que busca el bien de la otra persona. Cuando corregimos a alguien, no lo estamos atacando, sino que le estamos mostrando que nos preocupamos por él y queremos que sea mejor.
La próxima vez que sintamos odio hacia alguien, recordemos este versículo de Levítico. En lugar de guardar rencor, procuremos reprender a nuestro prójimo con franqueza, en amor y con la esperanza de que cambie.
Algunos consejos para reprender con franqueza:
- Elige el momento adecuado. No reprendas a alguien cuando esté molesto o cuando haya otras personas cerca.
- Sé amable y comprensivo. Recuerda que la otra persona también es un ser humano con sus propias debilidades.
- Concéntrate en el comportamiento, no en la persona. No ataques a la persona, sino a su comportamiento.
- Sé específico. No digas «eres malo», sino «hiciste algo malo».
- Ofrece ayuda. Si estás dispuesto a ayudar a la otra persona a cambiar, se lo harás saber.
Reprendiendo con franqueza, podemos ayudar a nuestros prójimos a superar sus errores y a ser mejores personas.