Editorial tomado de la LA HORA
Los cinco menores de edad se postran de rodillas y sin camiseta; sus brazos, detrás de la cabeza. Ellos posan delante de 18 militares y policías encapuchados y fuertemente armados. Frente a todos ellos, se exhiben seis armas de calibre militar y un centenar de municiones.
La imagen del fotoperiodista César Muñoz de la agencia API, captada el pasado siete de marzo, fue tomada luego de la masacre en el sector Socio Vivienda 2, en Guayaquil, cuando los uniformados buscaban a los responsables de 22 asesinatos.
Sus rostros imberbes todavía conservan algo de su niñez. Esa foto histórica es nuestra portada de hoy.
El cambio social que hoy vive Ecuador es macabro. Hace unos 25 años inició el reclutamiento de menores en bandas delictivas, en especial para robos. Luego, se conocieron las escuelas de sicarios en Durán, hace más de un lustro.
Los sicarios en Socio Vivienda y la quinceañera que ingresó armada al Hospital de Ambato y falleció en el asalto, evidencian una realidad que clama atención a gritos.
La Policía hoy explica que se trata de niños y niñas atrapados desde temprana edad por las familias de los criminales para ser criados y establecer lazos indestructibles con objetivos letales. Abandonan todo tipo de futuro. No asoman padres o madres preocupados por ellos, no reciben educación, no tienen esperanza de un futuro laboral dentro de la legalidad. La falta de oportunidades y la necesidad de pertenencia, ahondan las brechas.
Esta es la realidad que deberá enfrentar el ocupante de Carondelet por los siguientes cuatro años y de la que, obviamente, no se ocupan los estrategas de campaña.
Fuente :LA HORA