La ansiedad es un sentimiento universal. Todos nos preocupamos por cosas a lo largo de nuestras vidas. Es normal preocuparse por nuestras finanzas, nuestra salud, nuestros seres queridos y nuestro futuro.
Sin embargo, la Biblia nos dice que no debemos preocuparnos por nada. En Filipenses 4:6, Pablo escribe: «No se preocupen por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.»
Este versículo es un desafío para nosotros. Nos pide que confiemos en Dios, incluso cuando las cosas son difíciles. Es difícil no preocuparse cuando estamos enfrentando problemas o desafíos. Pero cuando confiamos en Dios, podemos experimentar un sentido de paz y tranquilidad que no podemos encontrar en ningún otro lugar.
¿Cómo podemos poner en práctica este versículo? Aquí hay algunas ideas:
- Tome tiempo para orar y hablar con Dios sobre sus preocupaciones.Cuéntele lo que le preocupa y pídale que le ayude.
- Enfoque su atención en las cosas buenas de su vida. Cuando nos concentramos en las cosas buenas, es más difícil que nos preocupemos por las cosas malas.
- Agradezca a Dios por lo que tiene. La gratitud puede ayudarnos a desarrollar una perspectiva más positiva y a apreciar lo que tenemos.
Cuando confiamos en Dios, podemos experimentar la paz y la tranquilidad que nos ofrece. No podemos controlar todo lo que sucede en nuestras vidas, pero podemos controlar nuestra reacción a lo que sucede. Cuando confiamos en Dios, podemos dejar nuestras preocupaciones en sus manos y experimentar la paz que solo él puede dar.
Aquí hay una oración que puede usar para orar cuando se sienta preocupado:
«Dios, te confío todas mis preocupaciones. Sé que tú tienes el control de mi vida y que estás trabajando para mi bien. Ayúdame a dejar mis preocupaciones en tus manos y a confiar en ti para que me guíes y me cuides.»