En los últimos años, ciertas instituciones, sobre todo las públicas se han dado el “lujo” de tener “comunicadores institucionales” sin ningún conocimiento académico y por compromisos políticos. No hablo de esta provincia sino a nivel nacional.
Pero es en el ejercicio de las funciones que se nota el desconocimiento, ya que quien no tiene la debida preparación, cree que la comunicación institucional se limita al manejo de la publicidad (a veces sacando tajada para su beneficio personal) y a reclamar a los medios cuando se publica alguna información que a su parecer no les conviene, caen frecuentemente en uno de los siete pecados capitales de las relaciones públicas que se conoce como neurastenia de las buenas noticias, es decir, enfocarse en proporcionar información, solo cuando les favorece, mientras que cuando se trata de temas delicados, hay una total hermetismo. Ahí se nota la falta de profesionalismo ya que desconocen de las estrategias comunicacionales para actuar en momentos de crisis.
Ojalá al menos se capacitaran de vez en cuando, para que conozcan que el verdadero ejercicio de la comunicación institucional establece dos líneas de acción: Una proactiva que es llevar a cabo una programación planificada y otra reactiva que es solucionar crisis y afrontar problemas, lo que quiere decir que no hay que hacerse el desentendido o pretender tapar la realidad, increpando a los periodistas que están haciendo su trabajo. El peor error que puede cometer un aspirante a comunicador institucional, es pelearse con los periodistas (hablo de los verdaderos, no de los seudo periodistas) a quienes debe procurar convertirlos en sus aliados estratégicos.
La verdadera comunicación institucional, tiene un campo de acción más amplio, se constituye en el puente entre la institución y su público objetivo. Es el esfuerzo planificado y sostenido para establecer y mantener la buena voluntad y comprensión mutuas.
Entre otros aspectos, el ejercicio de la comunicación institucional se encarga de lo siguiente: Asesoramiento basado en la comprensión de la conducta humana; análisis de las tendencias futuras y predicción de sus consecuencias; investigación de la opinión pública, sus actitudes y expectativas. Mantener una comunicación de doble vía y prevención de conflictos. De ahí vendrá el uso de las técnicas para la promoción y difusión de obras, productos y/o servicios (siendo esto último tan solo la punta del iceberg).
Cuando se aplica ordenadamente todo lo anteriormente detallado, es cuando se logra el posicionamiento de la imagen e identidad institucional y, por ende, la autoridad que la dirige, capitaliza a su favor, la buena gestión de la unidad de comunicación.
Por: Lic. Gustavo Tuston